viernes, 1 de julio de 2011

Un Palacio encantado en Madrid

En pleno centro de Madrid, muy cerca de la Plaza de Cibeles, se encuentra el Palacio de Linares, una construcción del siglo XIX, el cual encierra una conocida leyenda:
 
Se cuenta que el padre del marqués de Linares vivió un tórrido romance con una humilde vendedora de tabaco del que nació una hija, Raimunda. La fatalidad quiso que José de Murga se enamorara perdidamente de ella. Cuando José confesó a su padre la identidad de su novia, éste reaccionó mandando a su hijo a estudiar a Londres. Poco después, la muerte sorprendió al padre de José, quien volvió de Londres y se casó con su amada Raimunda. 

Un buen día, el marqués de Linares encontró una carta dirigida a él en el escritorio de su difunto padre. Entre lágrimas de incredulidad, el joven marqués leyó: “Te habrá sorprendido, querido hijo, mi reacción, después de haberte dicho tantas veces lo contrario, a la confesión de tu amor por la hija de la estanquera; ¡pero es que esa muchacha es tu hermana!”. La noticia cayó como una losa entre los amantes esposos, que decidieron recurrir al papa León XXIII. 
El Santo Padre les permitió vivir juntos, pero les conminó a vivir en castidad el resto de sus vidas. Meses después, Raimunda dio a luz a una hija fruto de su pecado. 

La leyenda dice que los esposos decidieron ahogar al bebé recién nacido y la emparedaron en una estancia del Palacio de Linares. Después se trasladaron a vivir en distintas plantas del palacio. Sin embargo, existen otras versiones sobre la supuesta hija que los marqueses tuvieron en común. Para algunos, la ahijada de la pareja, Raimunda Avecilla, era en realidad la hija natural de ambos, a la que decidieron adoptar para guardar las apariencias. Otros afirman que los marqueses enviaron a su hija recién nacida, a la que llamaron María Rosales, a un hospicio de un pueblo de Valladolid, donde pasó su juventud. En su espalda tenía tatuados el escudo familiar y en su brazo las iniciales M.L (Marqués de Linares), para que en un futuro pudiera reclamar su millonaria herencia. Las malas lenguas dicen que a pesar de la imposición de castidad los marqueses no pudieron resistirse a la pasión que sentían el uno por el otro y concibieron una segunda niña, a la que llamaron Sara.
Los marqueses vivieron al margen de la sociedad y en el más absoluto de los secretos hasta el fin de sus días.

El palacio convertido en la actualidad en la Casa de América se ha dicho que pesa sobre el una maldición centenaria y existen varios testimonios de personas que han visto figuras fantasmales en las dependencias del palacio e, incluso, se han recogido psicofonías, sonidos no perceptibles para el oído humano pero registrados en una grabación.

Los distintos propietarios que ha tenido el palacio de Linares como son: la Confederación de Cajas de Ahorros y la empresa Teseo nunca llegaron a habitarlo. Los vigilantes de seguridad después de pasar un par de noches en el palacio pedían el traslado. El empresario Emiliano Revilla compró el palacio en 1988, vendiéndolo un año después al Ayuntamiento de Madrid.

Durante el año 1989 un prestigioso equipo de  parapsicólogos del sacerdote jesuita José Mª Pilón, habiendo rastreado, fotografiado y analizado el palacio confirmaron que en el sucedía algo anormal, ya que las temperaturas de las habitaciones descendía hasta 10º bajo cero hasta en el verano. La quietud de la capilla se veía interrumpida por un sonido de una música de órgano, una parapsicóloga miembro del equipo, declaró ver una niña de pelo rizado y vestida de blanco que corría por el salón de baile. Las fotografías hechas reflejaban unos campos energéticos que presagiaban la existencia de fantasmas, por lo que contemplaron la posibilidad   que existieran restos humanos enterrados bajo el suelo. Por lo que la leyenda de que los marqueses de Linares habían asesinado a su hija cobró mas fuerza todavía.

El informe que el Padre Pilón entregó al Ayuntamiento de Madrid el 4 de junio de 1989 concluía que el Palacio de Linares estaba invadido por campos energéticos cuyo origen se debía a un dramático desenlace familiar. Según el padre Pilón, el Palacio de Linares, reunía las condiciones físicas adecuadas, dada su ubicación en una zona de corrientes subterráneas para que se manifestaran fantasmas y espíritus.

En mayo de 1990 Televisión Española daba a conocer unas extrañas psicofonías captadas en el  Palacio de Linares captadas por la Doctora Carmen Sánchez de Castro, la policía descubrió que la tal doctora era una delincuente que se encontraba en busca y captura desde hacía diez años, pero esto no consiguió quitarle fuerza a la historia sino que animó a que parapsicólogos, investigadores y gente curiosa entrara en el palacio en busca de la respuesta al misterio de los marqueses de Linares.






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