martes, 12 de julio de 2011

La casa de la familia Bayón

El Rayán es un caserío que pertenece a la parroquia de Moreda en el Concejo de Aller en Asturias. Lugar donde la familia Bayón se trasladó a principios del siglo XX a vivir para trabajar en la mina . En aquella época Rayán contaba con unos 50 vecinos que trabajaban en las minas y en el campo.
Los fenómenos registrados en la casa de la familia Bayón, comenzaron en 1915 a raíz del nacimiento de Juan, decimotercer hijo de Concepción. Los fenómenos siempre ocurrían al anochecer y solían durar desde la una hasta las cuatro de la madrugada casi a diario. Se escuchaban grandes golpes en las paredes y puertas de la casa sin motivo aparente seguidos de lamentaciones y quejidos. Las luces se encendían y se apagaban solas y en el desván se sentía el arrastrar de cadenas.
Los fenómenos cada día iban a más y en ocasiones eran tan fuertes que muchos de los objetos que había almacenados en el desván, aparecían en el segundo piso de la vivienda. La aparición de piedras en la casa que caían sin que hubiese ningún cristal roto también provocaban auténtico terror a esta familia. Pero sin duda uno de los fenómenos que más miedo les dio a Concepción y su hija  Soledad,  fue el movimiento de un crucifijo, que empezó a moverse solo y salió disparado.
En la habitación donde estaba la cuna con el pequeño Juan, Concepción tenía una cómoda llena de rosarios y escapularios. A veces cuando Concepción iba a ver al niño se encontraba éstos sobre el bebé formando una cruz y en algunas ocasiones colgados de sus orejas. La cuna siempre estaba en continuo movimiento mecida por manos invisibles, en una ocasión un amigo de la familia acudió para intentar sujetar la cuna, pero los movimientos era de tal violencia que desplazó ésta varios metros y acabó tirando al pobre hombre al suelo y aunque cada noche acudía algún vecino a ayudarlos siempre eran testigos de lo que sucedía dentro. En otra ocasión, la cuna del pequeño Juan quedó boca abajo y los presentes comprobaron aterrorizados que el niño, el cual dormía plácidamente desafiaba la ley de la gravedad.
Todo el pueblo era testigo de los ruidos de esa casa. Nadie podía dar fin al fenómeno, la casa fue conocida por todos como "La casa del miedo". Hasta la guardia civil acudía infinidad de noches a hacer guardia dentro y fuera de la vivienda, convirtiéndose así en privilegiados testigos de los sucesos paranormales. En más de una ocasión, los vecinos del pueblo que los acompañaban en las labores de vigilancia, huían despavoridos cuando comenzaban los terroríficos golpes y el movimiento de puertas y ventanas. El caso llegó a la prensa y muchos grupos espiritistas de entonces se desplazaron a la casa del miedo y la gente del pueblo veía como todos los días durante meses se acercaba a la casa un cura de largas y pesadas sotanas a realizar exorcismos, pero nada pudo hacer.
Una noche Concepción y levantándose de la cama salió de la habitación. Su marido asustado le preguntó que es lo que pasaba y Concepción le dijo que alguien la llamaba desde la otra habitación.  Allí permaneció Concepción durante bastante tiempo y al salir contó a su marido que no podía decir nada de lo sucedido en la habitación ya que si lo hacía volverían a ocurrir los fenómenos con mayor violencia. Sólo contaría de lo ocurrido que tenía que volver a Camplongo(León) para realizar unas misas y encender unas velas, así lo hizo y acabó el fenómeno.
Concepción se llevó el secreto a la tumba a los 103 años de edad,pero hubo quien achacó el origen de los fenómenos a unas misas que su hermana Catalina pidió en su última voluntad y que no se cumplieron.
En cuanto a su hijo Juan, se puede decir que su presencia hacía desencadenar con asiduidad fenómenos paranormales. Felicita Bayón, nieta de Concepción, recordaba que Juan sufría constantes tirones del pelo y que a su alrededor se movían las cosas solas, entre otros hechos anómalos. Este estigma lo persiguió durante toda su existencia.


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