domingo, 24 de julio de 2011

Gilles de Rais, Barba Azul

En el año 1404 nació el pequeño Gilles, vástago de una de las familias más poderosas de Francia. Durante su infancia no le faltó de nada, al morir su padre diez años después, el niño quedó asilado bajo la férrea disciplina de su abuelo, que desde entonces manejó la inmensa fortuna familiar a su antojo, aumentándola obligando a Gilles con apenas 16 años a contraer matrimonio con su prima carnal. Cansado de los devaneos de su progenitor a los 24 años, decidió enrolarse en el ejército francés y marchar a combatir a tierras inglesas al lado de la gran Juana de Arco.

En aquellos tiempos este joven pasó a convertirse en un auténtico héroe de guerra, cuyo nombre, jóvenes y mayores pronunciaban con gran orgullo en Francia: Gilles de Ries.

No obstante su conducta cambiaría cuando es capturada su admirada Juana de Arco. El joven intentó salvarla con una obstinación casi excesiva, pero de muy poco le sirvió, pues Juana acabaría quemada en la hoguera.

A partir de ese momento, tras el duro shock por haber perdido a la mujer que idolatraba en secreto, se separó de su esposa y se encerró en su castillo de Macheocul, convirtiéndolo en lugar para orgías desmesuradas. Hasta tal punto llegó la situación que en poco tiempo su fortuna fue menguando vertiginosamente, teniendo que vender varias de sus propiedades. Se aficionó a la alquimia e hizo que instalaran un laboratorio en un ala del castillo, donde trabajaba sin descansar apenas ayudado por magos y alquimistas importantes para buscar la piedra filosofal, que según la tradición esotérica, convertía los metales en oro.

El héroe nacional se convirtió en villano, asesino, vampiro sin colmillos. Su castillo fue el escenario de sucesivos horrores que tuvieron como tristes protagonistas a niños de corta edad, que fueron sacrificados en aras de un beneficio que no llegaba y que no era otro que la ayuda del señor de los infiernos, al que Gilles, salvo su alma, vendió todo.

Los historiadores cuentan que su primer asesinato fue cometido con el propósito de realizar un pacto con éste, pero tras haberle cortado las muñecas, sacado el corazón, los ojos y la sangre, ni se le apareció el diablo ni logró transformar el metal en oro.
La locura llegó a tal extremo que el marqués decidió coleccionar las cabezas de los infantes mas bellos, que además se preocupaba de cuidar con mimo, peinando sus cabellos y maquillando la piel que con los días se cuarteaba es un espectáculo dantesco.

Corría el año 1440  y cuando las desapariciones de niños se hacían insoportables, los aldeanos vencieron el miedo y apuntaron con dedo acusador al marqués, que bajo pena de excomunión confesó haber acabado con la vida de más de 200 niños, tras lo cual fue condenado a morir en la horca. 

El escenario donde sucedió esta historia no es lo que era, pero si las energías negativas existen en el castillo de Machecoul bien merece la pena viajar a Francia y pasar una noche de insomnio en este lugar.


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